domingo, 27 de marzo de 2011

A vibrar con el... “Jisk’a Anata”

Este sábado 2 de abril, se realizará la décima séptima versión del Jisk’a Anata, la misma que desde 1995 busca recuperar danzas autóctonas de diversos puntos del país. En esta oportunidad, pese a haberse cambiado la fecha de presentación, alrededor de 50 agrupaciones del departamento y el interior del Estado Plurinacional, deleitarán con diferentes tipos de ritmos.

Al son de tarqueadas, zampoñadas, sikuris, waca wacas, sayas y por su puesto morenada y ch’utas, entre muchos otros ritmos, cientos de bailarines matizarán la jornada sabatina con alegría, folklore y mucho color, tomando las principales calles de la urbe paceña.

A este evento organizado por la Sociedad Andina de Conjuntos Folklóricos (Soacof) concurrirán delegaciones de bailarines desde las comunidades del área rural, los mismos que presentan danzas autóctonas donde se pueden apreciar indumentarias originales con música e instrumentos típicos de la región.

Algunos datos

• El nombre de la entrada se debe a la tradición andina de la Anata, una conjunción de ritos, música, baile y convivencia con la naturaleza, que se realiza en el período de Jallupacha (tiempo de lluvia), y que además coincide con la celebración del carnaval.

• Desde los años 40, el lunes de carnaval estaba reservado al concurso de orquestas típicas y danzas nacionales y si bien esta costumbre se mantuvo hasta los 60tas comenzó a perderse de forma progresiva en las décadas siguientes.

• En 1995, la Sociedad Andina de Conjuntos Folklóricos (Soacof) decidió rescatar esta tradición renaciendo de esta manera el Jisk’a Anata, con música y danzas autóctonas de las provincias paceñas e invitados de otras regiones. En esa oportunidad se presentaron 13 grupos.

• Entre las danzas que se lograron rescatar en diez años están los chokelas, los sicuris de Italaque, moseñadas, los kantus de Charazani, la saya afroboliviana y los Chamas, una danza de los originarios Ese Ejas del Beni que se presentó en la entrada del 2004.

En la voz de Anadeiska Albarracín “Tawaqu 2011”

Anadeiska Albarracín Troche, “Tawaqu 2011”, soberana del Jisk’a Anata, tiene 23 años, es abogada, representa a la fraternidad Wacas 8 de Diciembre. La danza que interpreta es “Waka waka” o “Wakatokori” que es de encuentros. Inicialmente rural, fue prontamente introducido a los pueblos grandes y la ciudad de La Paz mediante las fiestas que los indios y mestizos celebraban en honor de un santo o una virgen. Su coreografía resume la benéfica introducción del ganado vacuno a los Andes, acontecimiento importantísimo para la producción agrícola que inició a varias familias aymaras y mestizas en la cría de reces y la comercialización de su leche, carne y cuero. En algún momento entre la colonia y la república los varones se pusieron monteras de cuero, en forma de toro o vaca, mientras las lecheras y carniceras vestían sus mejores polleras para bailar al son de una música casi marcial. Otra particularidad son las innumerables polleras que las lecheras y carniceras visten.

To Tjoelker, la holandesa que baila mornada

Además de ser la consejera y jefa de Cooperación de la Embajada del Reino de los Países Bajos, es una de las más de 500 mujeres que bailan en la fraternidad folklórica Los Fanáticos. Morena holandesa

Con las trenzas largas, maquillaje, pollera y botas, To está irreconocible. Al menos en apariencia, porque así, vestida de chola, To es más To que nunca: ciudadana del mundo nacida en La Haya (Holanda), crecida en Sudán y Túnez, vecina de Ruanda, Burkina Faso, Guatemala, Bolivia y, en breve, de vuelta a África para trabajar en Mali. Tal la vida de quien se formó en Sociología para el Desarrollo y que aplica sus conocimientos desde la Embajada de los Países Bajos.

To Tjoelker llegó a La Paz el 2007. De los cuatro años que ha pasado en esta ciudad, ha bailado dos veces   en el Carnaval de Oruro y una en el Gran Poder. Este año iba a ser su tercero en la capital del folklore boliviano; pero el bloque de mujeres Macha Qhantati al que pertenece, de la fraternidad Los Fanáticos, decidió apoyar a los varones y no asistir a la fiesta en la que se prohibía que los morenos lleven el traje paceño. “Lástima”, dice quien en verdad se llama Catharina. Sin embargo, “todo es por algo” filosofa, pues en enero perdió a su madre y en febrero a su suegro y ella estaba muy triste. Se abrió entonces la posibilidad de bailar en Carnaval, pero la Jisk’a Anata se postergó por los desastres en La Paz. “Así que esos días los pasé en casa, tranquila y pensando en mis muertos”.

Como la fiesta se ha trasladado a abril, To tiene pensado bailar ese día 2 como despedida de Bolivia, pues el 5 partirá rumbo a Mali.

“Bailo por bailar”, dice, “por el ritmo, la vibra, para mí La Paz es una ciudad que vibra en cualquier momento... no puedo decir que me siento boliviana, pero sí paceña. Es raro decirlo cuando represento a Holanda en todo el país; pero así es”.

El Gran Poder, asegura la consejera y jefa de la Cooperación del Reino de los Países Bajos, “permite  encontrar gente de todo ámbito,  crear relaciones muy valiosas y profundas; a veces los diplomáticos se quedan en su mundo de expatriados, yo prefiero bailar en la calle y no en la residencia de un embajador”.

Respecto de la ayuda de Holanda a Bolivia, To enfatiza en el objetivo: que la gente viva con dignidad. Y destaca el tema cultural: “Para nosotros la cultura es un medio de buscar la comunicación. Si Holanda  no tuviera una relación financiera con Bolivia, ¿cuál sería la importancia de la relación? Pues el intercambio entre la gente, entre la riqueza de dos pueblos. Invertir en cultura es invertir en fortalecer estas relaciones”.


   Fotos: Miguel Carrasco y Klass Tjoelker

sábado, 12 de marzo de 2011

Bolivia: Corso de corsos 2011 transmision en vivo

Watch live video from UNIVALLE TELEVISIÓN on Justin.tv

Rol de ingreso del Corso de Corsos 2011

BLOQUE I  (SALIDA 08:00)

1 Autoridades Banda y Ballet Municipal
2 Carro Alegórico Pro Salud
3 Carnaval Valluno de Tiataco
4 Comparsa Grupo Ceoli
5 Comparsa Carnavalera Colegio Bolívar
6 Sedes Seduca “Hasta Ahí  Nomás”
7 Comparsa los rompe carreteras
8 Comparsa Aquerencia
9 Disfraz individual silencio
10 Comparsa las Brujas que salen

BLOQUE II (SALIDA 08:30)

11    Unidades militares

BLOQUE III (Salida 11:00)

12 Pujlay Yamparaez
13 Morenada Municipal
14 Llamerada san andres la paz
15 Ballet Cupesi de santa cruz
16 Ayllu jilla grande
17 caporales vps
18 negritos de colcapirhua
19 tarqueada ucb sp
20 caporales fuc
21 Pujllay inmaculada concepción
22 chuta pepinos papis bronco
23 Chuta pasankalleros
24 chutas coroiqueños nuevo amancer
25 Chutas pepinos verdaderos intocables
26 Caporales Condes Achalay
27 Ayllu Cultural Tinkus Laiq’as
28 Caporales Lab
29 Sentimiento Chapaco
30 Caporales Santiago
31 Centro Cultural Masis de Quillacollo
32 Ballet Cupesi Santa Cruz
33 Morenada Central Tiquipaya

BLOQUE IV (Salida 13:30)

34  Caporales San Simón, Mi viejo San Simón
35 Morenada Transpeco
36 Caporales Elfec
37 Salay Cochabamba
38 Morenada Central
39 Tinkus Cochabamba
40 Caporales Centralistas Oruro
41 Llamerada San Andrés La Paz
42 Morenada Concordia Central San Simón
43 Tinkus San Simón
44 Chaco y Danza
45 Tobas del Rosario
46 Sol Chaqueño
47 Caporales Enaf
48 Diablada 14 de Septiembre
49 Caporales Zambos con “Z”
50 Sambos Caporales Santa Cruz

BLOQUE V (Salida 15:30)

51 Tinkus Wistus La Paz
52 Caporales San Simón H.N.
53 Tinkus Chaucas
54 Chapaqueada San Simón
55 Sambos Caporales
56 Tinkus San Simón
57 Diablada Artística URUS de Oruro
58 Sambos Bolivia
59 Saya Afro Boliviana Sud Yungas
60 Tinkus Sayari     Agronomía
61 Morenada Economía
62 Saya Afro Cochabamba
63 Caporales Bolivia
64 Alma y Malambo
65 Kullawuada Los Rebeldes de Tiquipaya
66 Fraternidad Quebrachal
67 Chacarera Alpargata y Legüero
68  Pujllay Virgen de la Asunción

102 grupos bailan en corso de corsos

El evento central del Carnaval cochabambino de este año, el Corso de Corsos, se realizará hoy con un fuerte desplazamiento de seguridad, la implementación de pasos peatonales y prohibiciones tanto para la venta de bebidas alcohólicas a 100 metros de la ruta de baile como para el juego y venta de globos inflados con agua.

El oficial superior de Cultura, Fernando Claure, expresó su confianza en que el problema de los transportistas no afecte la normal realización del Corso, “porque si los compañeros del sector del transporte quieren sabotear el Corso de Corsos, lo que harán es sabotear a los propios cochabambinos”, dijo la autoridad.

Claure dijo que en este Corso estarán participando 102 fraternidades, entre comparsas, grupos autóctonos, caporales, invitados especiales que llegan desde Oruro como los Cocanis y la Diablada Urus.

Seguridad para el Corso

La Policía movilizará a 1.900 policías para el evento de hoy y la Policía Militar a 400. Además 120 efectivos en motocicletas patrullarán la ciudad.

Se armarán siete “carpas multidisciplinarias”, que estarán ubicadas en sectores estratégicos, donde trabajará la Policía, la Defensoría, Sedeges y ambulancias.

Los problemas en el Corso de Corsos se generan en el tercer turno (19:00 a 22:00), en la avenida Ramón Rivero donde la juventud se alegra y excede con el alcohol. Para ello, la Policía ha dispuesto reforzar con 600 policías solo en esa área.

También se están implementando grupos de reacción inmediata.

En total serán 2.300 policías que cubrirán la actividad desde las 8:00 hasta la conclusión del espectáculo.

Además participarán 500 integrantes  de las Fuerzas Armadas y voluntarios tanto del SAR-FAB como el SAR-Bolivia para que la seguridad sea mayor que en años anteriores. Se han instalado también puntos de iluminación que permitirán el normal desarrollo del evento.

Prohibiciones
Entre las restricciones para el Corso están la prohibición del juego con globos y consumo de bebidas alcohólicas en un radio de 100 metros, según la ordenanza municipal. Hay autorización para vender bebidas en los restaurantes, pero no en de la ruta del Corso de Corsos.

Entre las sanciones estipuladas están la multa de 100 bolivianos y arresto si hay resistencia. En caso de delitos cometidos por mayores de edad, estos serán remitidos a la Felcc. Mientras que los “globeadores” pueden ser arrestados por ocho horas. 

Para evitar excesos, los representantes de la empresa de cerveza Taquiña han colocado en varios puntos calcomanías en los que se persuade a no vender bebidas alcohólicas a menores de 18 años.

En tanto, la Asociación de Conjuntos Folclóricos Virgen de Urqupiña, reclamó ayer por la nueva escala de tarifas que impusieron los directores de las bandas de música para acompañar a los danzarines durante el recorrido del Corso de Corsos.

Según Fernando Bermúdez, dirigente de las fraternidades, los danzarines fueron sorprendidos por la nueva escala tarifaria de 300 y 350 bolivianos por músico que en algunos casos es inalcanzable para un bailarín, por lo que “muchos optaron por la retirada y no participar en el cierre de carnaval cochabambino”.  Dijo que con este aumento muchas fraternidades se verán disminuidas en número.

Protección a la fauna

En coordinación con el municipio de Cercado, la Gobernación de Cochabamba a través de la Unidad Forestal Biodiversidad y Áreas Protegidas controlará que los trajes utilizados por los bailarines en el Corso de Corsos de hoy, no tengan partes de animales.

La responsable de esta Unidad, Carmen Rodríguez, señaló que se emitieron las notas previas advirtiendo a las fraternidades sobre la prohibición del uso de materiales generados en la fauna silvestre, como plumas, pieles, caparazones y otros. “Una comisión estará en el ingreso del Corso, donde se verificará que los trajes no contengan estos elementos, prohibiéndose su ingreso en caso de advertirse la existencia de estas partes y/o, en su caso,  decomisándolas”, dijo.

 EXTRAVIADOS

Un centenar de funcionarios del Servicio Departamental de Gestión Social trabajará en el Corso de Corsos, en tres turnos, para proteger a los niños extraviados. En este tipo de eventos, la pérdida de niños es frecuente por la alta concentración de personas.

La directora del Sedeges, Vivian Peñarrieta, adelantó que los niños que sean encontrados sin sus padres serán resguardados en las seis carpas que estarán ubicadas en lugares estratégicos, a lo largo del Corso de Corsos.

martes, 8 de marzo de 2011

Morenada, más que una simple danza

Bolivia es un país que goza de una abundante riqueza multicultural, diversa, variada, exquisita. Es por esto que el estudio de sus orígenes y de cómo llegaron a ser lo que hoy en día vemos diariamente en nuestras calles tiene que ser muy tomado en cuenta y ponderado en la cultura general de todos nosotros.

Una de las más emblemáticas danzas es la morenada, denominada “la danza mayor de los Andes”. Admirada por su elegancia, lujo, y diversos factores que convierten a esta expresión cultural un goce para propios y extraños, como también uno de los temas en el que más dudas existen sobre su origen.

Entre las teorías existentes respecto a los inicios de la danza están las de Julia Elena Fortún y Jorge Mancilla, quienes sostienen que este baile es una respuesta a la situación de los esclavos traídos de África para el trabajo en las minas de Potosí, como también una imitación de las danzas de dichos aprisionados. El paso lento y corto significa el arrastre de las cadenas, la matraca, el ruido que realizaban y la máscara y el nombre en sí de la danza quedan claros su motivos. Esta fue hasta hace no mucho tiempo la creencia oficial del origen de la morenada.

Pero, ¿cuál era la situación de los negros en nuestro país en épocas coloniales? Estudios como los de Clara López Beltrán, Alberto Crespo, entre otros, señalan que los esclavos negros eran traídos principalmente del Congo y Senegal. La ruta de ingreso más usada hasta Potosí era la de Buenos Aires. Pero la población africana no pudo aclimatarse ni al clima ni a la altura del altiplano, entonces muchos morían o no podían desempeñar las labores por las que eran traídos. Por este motivo es que fueron relocalizados a las haciendas de los Yungas para que trabajen en los sembradíos de fruta y coca. Así que su tiempo de permanencia en Potosí fue muy corto, y dedicados principalmente a labores de casa (esclavos personales). El principal momento de encuentro entre ambos grupos (negros e indígenas) se daba más entre capataz negro hacia mano de obra indígena.

Esto de cierto modo nos muestra que la hipótesis de que la morenada es un reflejo de los negros esclavos arrastrando sus cadenas no tiene tanta fundamentación, por lo tanto no es tan viable ni fiable, además de que no se realizó un profundo estudio de las fuentes. Una causante de que esta tesis sea esparcida es el trabajo de la prensa, quienes tampoco realizaron una adecuada interpretación de las fuentes. Porque la gente simplemente se dejaba llevar por lo que veía; caras pintadas de negro (antes) y ahora máscaras con rasgos africanos.

Es por eso que ahora surgen nuevas hipótesis sobre el origen de la morenada, mucho más trabajadas y que nos dan una mejor idea sobre esta nuestra hermosa danza. Estudiosos del tema como Simón Cuba, María Luisa Soux, David Mendoza, entre varios más, nos muestran que esa relación morenada-negros es inválida y que su principio se debe a otros factores.

El origen de la morenada está según estos estudiosos en el departamento de La Paz, unos sostienen que es la zona lacustre del lago Titicaca la cuna, mientras Cuba sostiene que es la ciudad de La Paz la que dio origen a nuestra danza.

Es esta última propuesta la que nos dice que la morenada se origina en el siglo XIX en las zonas populares de la ciudad de La Paz, a partir de investigaciones en periódicos de la época y de los libros publicados por viajeros –exploradores franceses de la misma época– que son pruebas interesantes para el sosten de esta idea.

En sus trabajos también nos expone que en la ciudad de La Paz, para esa época, la mayoría de la población era indígena mestiza, por lo tanto, la gente que hacia lujo de la danza era parte de este mayoritario grupo. También nos dice que el gremio más identificado con el baile era el de los sastres, eran estos mismos quienes confeccionaban sus trajes con el mayor lujo posible para poder desfilar su gran habilidad en confección por las calles de la ciudad en carnavales y fiestas patronales. Estos trajes también simbolizaban un intento de sátira de la ropa española, como también una búsqueda de ostentación personal (aspecto que se mantiene fuertemente hasta ahora). Las caras pintadas de negro tenían la intención de mofarse del negro capataz que recibía tratos preferenciales por el hacendado mientras abusaba de los indígenas en la colonia.

Otra propuesta relevante, y que desvirtúa también las hipótesis de morenada- esclavos negros, es la de David Mendoza, quien realiza muy interesantes preguntas ¿Si esta danza es una copia de danza africanas, por qué no las siguieron practicando los mismos negros? ¿Por qué se propone que el aymara sólo imitaba esta danza extraña? ¿Por qué a los habitantes de estas tierras les interesaba tanto representar a los esclavos en la danza y no a sí mismos? Preguntas que no tendrían respuestas si nos aferramos a las viejas propuestas.

Todos estos estudiosos proponen diferentes puntos que enriquecen la historia de esta nuestra hermosa danza. Estudiándola desde aspectos que están bien claros, por lo menos de lo que simboliza la morenada hoy en día. Como se llegó a convertir en una muestra de estatus, mucho más que otras danzas que se bailan en Oruro o el Gran Poder, porque es una fuerte inversión económica la que se requiere para poder bailar en cualquier fraternidad de estas dos principales fiestas nacionales.

Como podemos ver, la morenada no sólo representa un deleite a los ojos y oídos del público que asiste cada año a Oruro y el Gran Poder, sino también que es una muy rica cantera para el análisis de la sociedad paceña, y porque no boliviana, donde en una cosa que puede ser denominada como desperdicio de dinero, tiempo, etc. Tiene un tan fuerte sentido histórico y sociológico, porque es en la danza de la morenada donde se refleja de forma artística la organización social nacional, el imaginario colectivo de todos nosotros bolivianos. Es por este motivo que los estudios de nuestras danzas no puede ni debe parar, ya que el bailar para nosotros nos es simplemente una sacudida de esqueleto, sino más aun, es el demostrar al mundo nuestro arte, como un pintor muestra en su cuadro su estado de ánimo o pensamientos, los bolivianos demostramos a partir de nuestras danzas, y principalmente la morenada, nuestra concepción de la vida, de la sociedad, del diario vivir y sobre todo nuestros orígenes. 

Por Diego Herrera Borja

Sátira en Oruro para defender la diablada

En la tarde del domingo de Carnaval en Oruro, una comparsa de una centena de integrantes disfrazada con atuendos que bordeaba lo ridículo usó la sátira para defender el origen de la diablada.

El Club Sogalbe, como lo hace desde 1974, reflejó la distorsión con la que se practica la diablada en países vecinos, concretamente en Perú y Chile.

Su paso por la misma ruta de los demás comparsas del Carnaval de Oruro despertó aplausos, risas y muchos elogios, además de interactuar con el público presente gritando lemas como “viva Bolivia”, “viva el Carnaval de Oruro” o “viva el patrimonio de Bolivia”. Entre sus atuendos se podían distinguir cascos de motociclistas, faldas de chinas morenas, medias de diferentes colores e incluso zapatos de payaso, entre hombres y mujeres.

Su baile-reclamo se resume con el siguiente lema que lo pasearon por las calles orureñas: “Denunciamos ante el mundo que malos chilenos y peruanos están plagiando el folklore boliviano”. 

Carnestolendas de antaño con Los Olvidados

Jaime Arteaga, Ramiro Camacho, Efraín Torricos y Dionisio Callisaya, cuatro amigos de la zona de Achachicala, desempolvaron algunos instrumentos de sus padres para tocar y cantar temas de antaño para amenizar su fiesta sanjuanera.

Allí acordaron participar en la entrada de carnaval del siguiente año. En 1986, vestidos con sacos largos y calatrava, personificando a los combatientes de la Guerra del Chaco, “entramos cinco personas, cuatro tocando los instrumentos y un niño llevando el cartel”, recuerda Jaime Arteaga.

Pasaron 25 años desde entonces, ahora Jorge Arteaga, el niño del cartel, dirige la estudiantina que hoy tiene 30 integrantes. Ya produjo con ellos dos discos compactos, incluyendo el de sus bodas de plata.

Estos músicos reviven las carnestolendas de antaño al ritmo de mandolinas, concertinas, guitarras, violines y otros instrumentos que entremezclan sus sonidos en las actuaciones de la estudiantina de Los Olvidados.

Más tarde, comenzaron a usar el overol personificando a la clase obrera, fabriles y ferroviarios de las estudiantinas.

Para Luis Sempertegui, el movimiento dio relevancia y contribuye desde hace 25 años al carnaval. “Entonces se había perdido un poco la identidad del carnaval paceño. Por eso se retomó la forma de festejar que tenían los obreros”, señala.

A las cuatro de la tarde sonaba la sirena, los obreros salían de las fábricas como la Soligno, Said, Forno y también los ferroviarios. Vestidos con sus overoles, camisas y “cachuchas”, ellos hicieron un carnaval urbano formando las estudiantinas, dice Sempértegui. “Tomamos esa idea y ahora otros lo están haciendo también”.

La comparsa

Sus integrantes vestidos de obreros y máscaras de ancianos se multiplicaron. Hoy fuera de sus 30 músicos, que antes recorrían a pie las calles, la comparsa tiene unos 1.200 integrantes.

“El grupo creció desmesuradamente, ya los de atrás no escuchaban la música, por eso nos tuvimos que subir a un camión y amplificar la música”, explica Arteaga. Entre sus componentes hay artesanos, comunicadores, artistas de diferentes especialidades, actores de teatro, cine y otros que recrean las canciones de los abuelos. Se trata de recopilaciones y composiciones que se matizan entre huayños, cuecas y taquiraris.

Para el historiador Fernando Cajías, Los Olvidados rescataron el estilo de festejar el carnaval de los obreros de los años 30 y 40, las estudiantinas y los huayños carnavaleros que “son tan importantes como el pepino y el chuta”, señala.

En tanto, Wálter Gómez, oficial mayor de Culturas de La Paz, considera a Los Olvidados un proyecto serio que pasará a las nuevas generaciones. “Es un aporte que revaloriza y fortalece el carnaval paceño. Su mérito es que conglomeran a varios artistas de renombre”, dice.

Cajías destaca también esa capacidad de contar con artistas de primer nivel en su grupo musical, lo que repunta en la calidad de sus interpretaciones. Entre ellos los integrantes de Kollamarka, Música de Maestros, Donato Espinoza, Enrrique Ulloa, Jaime Junaro, Yuri Morales, Beba Rocha y otros más.

1.200

personasforman parte de la comparsa de Los Olvidados, que celebra 25 años.

Para Arteaga es una satisfacción que ahora muchos jóvenes busquen pertenecer a ese grupo, lo cual fomentan dictando cursos gratuitos para aprender a tocar instrumentos. De allí salieron nuevos componentes que para su fundador “es un orgullo que la juventud empiece a gustar este tipo de música”.

Gabriela Yapu, de 25 años, es una de esas jóvenes. Está cuatro años en el grupo, hace dos que interpreta la bandolina. Antes estaba en el coro. “Es una experiencia linda”, dice Yapu, quien gusta de las cuecas.

La más joven es Luzmila Conde. Tiene 16 años y debutó este año tocando la guitarra. Para la joven “es una satisfacción el que me hayan elegido. Es un honor muy grande”.

La visita a las madrinas y la despedida
La visita a las madrinas es otra tradición rescatada por Los Olvidados a su estilo.

En los años 30, el domingo de carnaval las estudiantinas visitaban a las jóvenes solteras, quienes eran sus madrinas.

En la versión de Los Olvidados, previa concertación, visitan a una familia o un grupo. Llegan tocando y bailando a la casa de los elegidos y amenizan su fiesta generalmente durante una hora.

Allí los esperan con un “platito” o bocaditos. “A veces nos quedamos más tiempo. No nos dejan irnos y alargamos el festejo”, argumenta Luis Sempértegui.

“No cobramos nada”, deja claro Jaime Arteaga. Mediante una convocatoria eligen a cinco o seis familias.

La despedida del carnaval es otra actividad que impusieron en la agenda paceña. El último día del carnaval de 1997, el Domingo de Tentación, “parecíamos unos locos correteando por las calles con nuestro ataúd”, rememora.

Esto derivó en el entierro del pepino. Nació en la plaza Sucre, desde donde subían hasta el Cementerio General pasando por El Prado. “La gente nos veía como si fuéramos locos”, dice Arteaga. Luego hasta el 2010, la partida era en la plaza Murillo.

lunes, 7 de marzo de 2011

12 elementos para la ch’alla de Carnaval



Serpentinas, flores, pétalos multicolores, confites, cereales, banderines, cohetillos, globos, vino, alcohol, cerveza y comida no pueden faltar en las ch’allas carnavaleras, incluso como es una tradición que se comparte en la ciudad y el campo, la gente en ambos destinos toma previsiones para contar con cada uno de los elementos.

La serpentina es un elemento decorativo que se usa para dar más volumen a la ch'alla.

Según las costumbres, las flores (principalmente las retamas) son de buen augurio y eliminan elementos negativos de la casa.

Los pétalos de hortensia y pompones sirven para rociar en cada esquina de la vivienda.

Los confites son pequeños dulces de colores que según la tradición alimentan a la Pachamama. Se echan en la tierra y en el techo de los inmuebles.

Otro rito es esparcir en cada esquina de la casa habas, quinua, arvejas, choclo, nueces y trigo, entre otros cereales, para que se multiplique el dinero y comida.

La utilización de banderines es para que la casa tenga una vestimenta multicolor. Antes eran de papel de seda, hoy de nylon.

Reventar cohetillos es una costumbre occidental ya arraigada y sirve para llamar a la gente a unirse a la ch’alla carnavalera.

Se ponen globos en las cuatro esquinas del tejado y el resto de la casa. Se dice que esta costumbre llama la abundancia.

El vino calma la sed de la Pachamama. Unos dicen que tiene que ser de uva pura sin ninguna mezcla. Otros usan vino de indio, que es un preparado de tintes. El alcohol se usa al final de la ch’alla, cuando la Pachamama recibió las muestras de agradecimiento y para pedir el permiso para el festejo posterior.

La cerveza se la toma después de realizar la ch’alla. La tradición dice que todos los asistentes deben tomar cerveza. Cuanto más espumante, mejor augurio.

Finalmente, el martes de ch’alla se suele comer puchero, sonso, asado de chancho y saice. En el campo sirven el aptapi. 

La gente se alista para la ch’alla carnavalera de casas y negocios

“Llevate caserita cositas para challarte, para que le agradezcas a la Pachamama”, dice Hortensia a todo el que pase por su puesto de la calle Illampu, en la ciudad de La Paz.

En casi todas las calles y avenidas de la urbe paceña, cada año en esta época se venden una serie de productos para cumplir con el tradicional rito de la ch’alla del martes de carnaval

Según el investigador David Mendoza, la palabra challar significa en aymara rociar. “Es la acción humana de echar o regar, sobre la tierra o bienes materiales, elementos simbólicos como un gesto de retribución y gratitud hacia la Madre Tierra (Pachamama)”.

El experto explicó que este ritual andino de origen campesino tiene orígenes prehispánicos.

“Es una forma de relacionamiento social entre el Jache -la persona- y la Pacha, la Madre Tierra. Ella es parte fundamental de las creencias del mundo andino, donde todas las cosas tienen vida y, por lo tanto, el ser humano debe tener contacto con ella”. Esta tradición pasó del área rural al urbano andino y de allí a todo el país por las migraciones.

“Hay dos ch’allas anuales, la primera es en el anata carnaval y la segunda se la prepara en el mes de agosto, ambas tienen costumbres diferentes”, dijo Mendoza.

En la ciudad la ch’alla consisten en rociar con alcohol y vino los espacios donde se habita o desenvuelve laboralmente, decorar con serpentina, globos y mixtura y reventar cohetillos.

En el campo los rituales son muy simbólicos y la gente se prepara con días de anticipación.

Entre las costumbres, primero preparan la denominada “mesa dulce o blanca”. Es una mesa de wajta o coa hecha con pastillas dulces de diferentes formas (luna, estrella, etc.) y confites. De acuerdo a las creencias andinas esta mesa atrae suerte y dinero.

“Una figura grande representa la casa, hay vegetales como la alpinica, bola bola, wirakoa, nuez, un feto de llama y vino indio para calmar la sed de la tierra”.

Esta mesa se quema antes de challar la casa. Antes de ponerla al fuego se debe abrir la nuez; si está blanca se la ch’alla con alcohol y vino rojo; si está negra la ch’alla debe ser con cerveza.

La ceniza que queda sirve para leer la suerte de la familia. Si es blanca significa buena suerte, pero si es negra se la debe botar a la basura porque es mala suerte.

Consejos para realizar la tradicional ch’alla
# Indispensable El alcohol, la cerveza o el vino son indispensables para bendecir las puertas, cuartos y demás ambientes. Se dice que el vino dulce atrae la buena suerte.


# Mixtura Contrariamente a lo que se hacía en la antigüedad, los expertos en ch’alla afirman que “utilizar mixtura trae a la mala suerte”, por eso fueron reemplazadas con los pétalos de flores multicolores.


# Oraciones Toda ch’alla viene acompañada de oraciones a la Pachamama, se comparte la tradicional coca y se fuma cigarrillo para leer el futuro.


# Horario Aunque no todos los expertos coinciden en este aspecto, una mayoría afirma que la hora adecuada para challar es el mediodía.


# Cohetillos No deben faltar, porque el ruido que producen al ser encendidos “ahuyenta los malos espíritus”.


# Decoración Se usan serpentinas, globos, confites, frutas, flores, membrillo cortado en pedazos y retamas en los rincones de las habitaciones.


# Comida Se suele cocinar puchero, asado de chancho, saice y en el campo aptapi.

Una vida dedicada al pepino

“Fruto de amores fugaces y culpables de aquellos que nacen al ritmo febril de los danzones y al amparo del incógnito, el pepino es depositado una noche cualquiera en los umbrales de la ciudad, envuelto en los pañales humildes de su disfraz. Sólo tiene como nombre pepino, carece de apellido. No hay mensaje que lo recomiende a la piedad ... ”, reza una de las frases del libro Imagínate La Paz, de Gonzalo Simbrón.

Y es que pepino se nace y también se hereda, así lo saben los miembros fundadores de la Fraternidad “Morenos Kollas”, quienes guardan en sus filas varias generaciones de estos alegres personajes, y que en el transcurso de los años han ganado los primeros premios del carnaval paceño.

El pepino

Los miembros de esta fraternidad recuerdan que en décadas anteriores muy poco se sabía y mucho se especulaba sobre el origen del pepino.

Sin embargo, algo que siempre tuvieron presente es la íntima relación del personaje con el kusillo, ser de origen espiritual y juguetón que aparece en la época de siembra.

Posteriormente, varios autores hicieron referencia a su aparición, relacionándolo también con el arlequín.

Según un artículo de Martha Otazú, colaboradora del Servicio Informativo del Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB) sobre el proyecto La fiesta popular, alrededor de 1870 se estrenó en La Paz la ópera sobre el drama de “Pierrot”, ejecutada por los batallones de música en distintas ocasiones, entre ellas el propio carnaval. “Más tarde, este triste habitante de las fiestas se convierte en el alegre, aunque solitario, pepino”, escribió Otazú.

Chorizo, perfume y máscaras

A inicios de la década de 1980 la Sociedad Mutual y de Beneficencia Morenos Kollas, que tiene alrededor de 60 años y baila cada 8 de diciembre en la localidad de Chijipata, en Laja, decidió participar del carnaval paceño con el personaje del pepino y el kusillo -este último dejó de ser representado por ellos hace algún tiempo-. Poco después, los colores amarillo y blanco se convirtieron en parte de sus trajes, identidad y alegría.

El traje con encajes y detalles tenía que lucir impecable días antes al igual que las zapatillas blancas y las caretas forrados con el material del sombrero Borsalino, que en la actualidad fue reemplazado con otro material de oveja.

Armados del “chorizo” lleno de medias, algodones, entre otros -entonces no se usaba “matasuegra”- además de chisguetes cargados con perfume, rescataron las tradiciones que conocieron de sus padres y abuelos, que también fueron pepinos durante gran parte del siglo XX.

Con sus bolsas llenas de mixtura, serpentina y monedas, participaban en la Entrada del Carnaval luciendo sus máscaras de tres cuernos, hechas en el taller del reconocido, ya fallecido, caretero Antonio Viscarra.

Wilfredo Beltrán cuenta que recorrían las calles bailando y gritando “¡chorizo, pepino'!” y lanzaban monedas de 10 y 20 centavos, momento que era aprovechado por estos personajes para propinar “una buena azotada” a niños y jóvenes.

“Hasta que alcance la fuerza”

Los pepinos Kollas más antiguos superaron los 60 años. Mientras unos pasaron la batuta -o más bien la “matasuegra”- a hijos y nietos, otros continúan participando de la pepinada. “Se es pepino toda la vida y hasta que nos alcance la fuerza seguiremos participando”, dice Hortensia de Sosa.

Esta pepina comenta que, terminado el recorrido, las madrinas recibían a los pepinos en una casa con puchero y humintas, tradición que algunos mantienen. El Domingo de Tentación se solía hacer un día de campo y comer chairo y plato paceño.

Claro que ahora su baile y pasos en la Entrada son un poco más lentos. “Los años no pasan en vano”, dicen como muchos de sus edad, pero las ganas y el espíritu sí son los de un pepino veinteañero que quiere divertirse y hacer bromas a todo aquel que tenga la osadía de cruzarse en su camino, mientras lanza mixtura y habla con una voz aguda.

Paulina Saavedra, otra pepina Kolla, recuerda que antes bailaban tres días: domingo, lunes y el martes de ch’alla, aunque este último sin disfraz y en sus domicilios.

Después de tanto baile, al igual que cada año, el carnaval llega inevitablemente a su fin.

El espíritu que unió a estos pepinos Kollas durante casi tres décadas se despide siempre cantando “somos morenos, morenos Kollas siempre imitados nunca igualados. Bailamos siempre la morenada en Chijipata pueblo de Laja, bailamos siempre la morenada en Chijipata pueblo de Laja'”.

Mientras las calles y la vida regresan a la cotidianidad, el pepino se esconde dentro de cada fraterno hasta que llegue el siguiente carnaval y emerja nuevamente para hacer de la suyas sin importar la edad que tenga.

“Quiero que me entierren con mi traje de pepino”

Humberto Viscarra es uno de los miembros más antiguos de la fraternidad Morenos Kollas. Es uno de los pepinos más alegres y traviesos que se haya visto en este grupo. Hoy la artrosis lo ha obligado a jubilarse del oficio de pepino.

Ha colgado el traje y la máscara y eso aún lo entristece. Para él, un pepino debe seguir bailando en el carnaval hasta que los pies no aguanten y mientras dice eso los ojos se le humedecen un poco.

“Cuánto no quisiera seguir bailando, muchos de nuestros socios han fallecido, pero hay que ser pepino hasta el final. Ya he pedido expresamente que me entierren con mi disfraz de pepino para que siga bailando en el cielo, ahí me reuniré con los otros y armaremos una comparsa, esperemos que sea en el cielo y no en el horno”, dice bromeando.

El “chorizo”, que existió antes de la “matasuegra”, fue cambiado por un bastón, pero la memoria de los bailes y las travesuras reviven cada vez que se pone a recordar.

domingo, 6 de marzo de 2011

Fiesta del carnaval como resultado del sincretismo

Si bien la fiesta de Carnaval es una costumbre eminentemente europea que fue introducida en América por los españoles con la colonia, los pueblos indígenas de esta región también celebraban una fiesta establecida según su calendario agrícola que no tenía el mismo espíritu ni motivos del Carnaval y sólo coincidían en la época.

“La Nueva Crónica y Buen Gobierno Compuesto”, de don Felipe Guamán Poma de Ayala, describe la celebración que los incas tenían durante el mes de febrero, época en la que se celebraba la fiesta del Paucar Uaray, que consistía en la entrega de sacrificios de oro que los incas hacían a la Pachamama como retribución por los frutos de la tierra que empezarían a cosechar en esta época del año. Este documento es en realidad una carta de más de mil páginas en la que el más importante cronista indígena de la colonia le cuenta al rey de España cómo era la cultura del pueblo que estaba colonizando en América del Sur.

Esta retribución se mantiene hasta nuestros días, pues según explican los antropólogos costumbristas Wilfredo Camacho y Melby Mojica, “durante el Paray Pacha (tiempo de lluvia) los comunarios se disponen a retribuir sus ofrendas a la Pachamama, esperando que ella continúe acompañándolos con su benevolencia hasta el fin de la cosecha, pues en estos meses de febrero y marzo, los sembradíos muestran sus mejores galas y los frutos que empiezan a madurar constituyen la promesa de que no faltarán los alimentos”.

Por esta razón, hasta nuestros días, especialmente en la comunidad de Tiataco, se instaura la tradicional Pucara de ofrenda a la Pachamama y se organizan comparsas con niños

Lo señorial y lo plebeyo del Carnaval de Cochabamba

“Los españoles introdujeron en América dos manifestaciones del Carnaval: la de las clases llamadas altas, celebrada en salones a la manera española, y la popular, en las calles”, dice el historiador Gustavo Rodríguez al relatar que la fiesta de los excesos es una celebración eminentemente europea que probablemente se originó en las saturnales romanas.

Si bien el experto asegura que no es posible determinar con precisión desde cuándo se celebra el Carnaval en Cochabamba, se presume que “probablemente con intermitencias ocurre desde el siglo XIV”, y afirma que “es seguro que para fines del siglo XVIII existía esta festividad, por entonces denominada Carnestolendas”.

Este inicial Carnaval colonial se mantuvo en Cochabamba hasta la fundación de la República, pues según se puede verificar en documentos de la época, “la calle era el lugar predilecto de los sectores plebeyos y populares. En ella tocaban y danzaban bailecitos de la tierra, de procedencia peruana, como moza mala (de origen negro y gestos eróticos) y la zamacueca, que era un baile de pareja suelta”, explica Rodríguez en el documento “Siglo y Medio del Carnaval de Cochabamba”.

Estos mismos documentos, periodísticos en su mayoría, relatan que las clases más adineradas “no participaban de las fiestas callejeras y no establecían nexos con la plebe. Bailaban y se divertían encerrados, en la seguridad de sus amplias mansiones”.

El Correo del Interior, que es el periódico local del cual Rodríguez obtuvo la información histórica, relata que en lo que ahora conocemos como el martes de ch’alla “la élite cochabambina se entretenía en sus amplias casas en un juego y contrajuego de ataques y contraataques con agua, talco y perfumes entre varones y mujeres”.

Esta situación cambió tras la derrota de la Guerra del Pacífico, en la que las clases adineradas culpaban a lo plebeyo y popular de ser responsable de que Bolivia no fuese una nación moderna, razón por la cual establecieron que el Carnaval debía tener ciertos límites y ornamento aceptables.

“En 1887 un ciudadano alemán, Adolfo Schultze, avecindado en la ciudad de Cochabamba, introdujo por primera vez una entrada carnavalera a la usanza germana”, que en realidad era una mezcla entre el festejo que se efectuaba en Venecia (Italia) y Colonia (Alemania).

Fue así que los jóvenes de las clases altas tomaron las calles disfrazados con “lujo y gracia” desplazando de este espacio a los pobres, que se convirtieron sólo en espectadores pues no tenían el dinero suficiente para comprar los disfraces que se exigían o para arreglar las carrozas como se había establecido.

La plebe fue la que creó el festejo del domingo de tentación en la zona de Cala Cala que se denominó “Cacharpaya”. Mientras tanto, en el Corso de las Flores, que así se denominaba el Carnaval de la élite, se cambiaron los carruajes y carros adornados por las comparsas, que a partir de 1940 estaban encabezadas por los Jets, Always y Caribes.

En 1975, la dictadura de Banzer, “convencida de que el placer y la alegría eran contrarias al orden y el progreso, suprimió los feriados de lunes y martes de Carnaval”. Por eso, en 1978, al concluir el ciclo militar, se restituyó el feriado del martes de ch’alla y un año después el lunes de Carnaval volvió a ser festivo, pero en Cochabamba no era tan fastuoso como los de Oruro o Santa Cruz, razón por la cual se empezó a construir un Carnaval mestizo. “Las élites en lugar de continuar recriminando el crecimiento de los desfiles y festejos populares, decidieron participar en ellos, reelaborando el mundo simbólico de la fiesta y tomando para sí una larga tradición de festividad popular”.

LIBERTAD FEMENINA


Según explica el historiador Gustavo Rodríguez en el documento “Siglo y Medio del Carnaval Cochabambino”, “a las mujeres de clase alta, cotidianamente relegadas, las mascaradas les permitían evadir momentáneamente su ostracismo familiar y tomar, gracias al anonimato, la iniciativa en el galanteo”.

Según explica este documento, las mujeres de este grupo social podían permitirse algunas transgresiones en esta época del año. En cambio, “las del sector popular no necesitaban de este artificio debido a que participaban desde muy atrás en las fiestas”.

Rodríguez explica que “gracias a las máscaras podían tomar la decisión y atreverse a mirar sin rubor. Incluso las más osadas jugar, a veces, fuertes bromas al otro sexo y expresarse en un lenguaje considerado provocativo, reservado en tiempos normales para los varones. Sin duda, eran las mujeres quienes esperaban con más ansias la llamada del Dios Momo, pues les consentía un fugaz momento de utopía igualitaria, tener una presencia activa y un protagonismo, que les era negado en otros órdenes de la vida social”.

El historiador recuerda que en esta época había una “estructura patriarcal y machista reinante” en la que “la mujer no era considerada ciudadana y no votaba en las elecciones. En general era segregada, participaba poco de la vida política y cultural y en Carnaval todo este encierro desaparecía”.

Carnaval, entre ritual andino y hábito urbano

Los rituales de antaño y los festejos de ahora… En la época de Carnaval, estas formas culturales nunca tuvieron un carácter rígido: su transformación, su olvido temporal y hasta su recuperación son parte de la cultura viva que alimentan las costumbres carnavaleras, especialmente en el valle cochabambino.

Las tradiciones religiosas –y no sólo católicas– siempre estuvieron detrás de toda esta festividad que tiene, además, un espíritu universal. En el caso de Bolivia, las formas culturales ricas en su diversidad tienen en cada región un estilo propio y, por lo tanto, una transformación diferente a lo largo de los años.

El Carnaval, ¿quién inventaría? Respuesta complicada si lo que se busca es una fecha exacta. Sin embargo, de lo que sí se tienen datos es de las múltiples variaciones y las diferentes transformaciones de los festejos a lo largo de los años.

Especialmente en el valle, según Wilfredo Camacho y Melvy Mojica –quienes trabajan desde hace varios años en el estudio de las costumbres cochabambinas–, las tradiciones tanto rurales como citadinas han sido afectadas positiva y negativamente.

En las provincias, por ejemplo y a pesar de lo que se creería, hasta hace muy pocos años, las tradiciones estaban casi por completo olvidadas y, más bien, las costumbres citadinas estaban invadiendo el carácter festivo de los días de Carnaval.

“Lo que antes se hacía en las diferentes provincias de Cochabamba en torno a la Pukara (que es una especie accesorio donde se cuelgan los elementos relativos al festejo) ya se estaba perdiendo. Incluso en algunos lugares se habían olvidado de esa tradición”, señala Camacho.

Pukara es el símbolo de la abundancia y en torno a esa concepción se hacen los festejos entre los meses de febrero y marzo, que es cuando “estamos en el tiempo húmedo, porque llueve copiosamente, y las comunidades se reunían haciendo una celebración mística y ritual para que los frutos que se cosechen entre abril y mayo tengan un feliz término”, dice Wilfredo Camacho.

Se trata de una fiesta de todo aquello que se va a cosechar y su principal particularidad es la presencia de la ritualidad, la música y la poesía. “Es la aparición de las coplas, en las que se destaca la belleza de la mujer, del hombre y de la naturaleza”.

Para Camacho, la tradición más profunda y fuerte que se tiene en los valles es ese espíritu de reciprocidad en el que se da un agradecimiento a la madre tierra con aquellos primeros frutos que se están cultivando antes de ser cosechados.

Separación colonial

Con la llegada de la cultura occidental, en la época de la Colonia, esta tradición de ritualidad religiosa, profundamente arraigada en los habitantes de esta región, se transforma en lo que se denomina “carnestolendas”.

Y es en ese momento que se pone de manifiesto el fraccionamiento entre indígenas y terratenientes, “quienes al ser dueños de grandes extensiones de tierras relegan a los campesinos hacia sus comunidades para poder festejar solos y tranquilos”.
Cuando los festejos de los terratenientes concluían, se iniciaban los del área rural, con sus estéticas particulares, “especialmente dirigidos a los rituales de agradecimiento y reciprocidad”.

Muchos años después, con la llegada del siglo XX y de manera más fuerte en los años 70, los carnavales del área rural empiezan a insertarse en la ciudad dando paso a una fusión de costumbres que combinan lo religioso, lo ritual y el divertimento.

Según Camacho, la costumbre de ch’allar es un aporte netamente indígena.

La ofrenda ritual del martes

En torno al Carnaval gira de manera inevitable la presencia ritual y religiosa a través de una ofrenda, denominada ch’allaku, a la madre tierra.

Es un aspecto que procede de las costumbres ancestrales vinculadas a la época de lluvias y el inicio de las cosechas.

En la ciudad, principalmente en los mercados de la zona sur, la fila de comerciantes que venden los elementos rituales de la ch’alla se extiende a lo largo de dos cuadras.

Según Melvy Mojica, investigadora de las tradiciones cochabambinas, los elementos principales y tradicionales para armar la mesa de ch’alla son la q’oa, la coca, el cebo de llama y las flores recién cosechadas.

“Ahora se ponen muchas cosas en la q’oa, pero lo más importante eran aquellas flores de lo que se está a punto de cosechar como la papa y el maíz”.

Una de las vendedoras del mercado La Pampa ofrece, por ejemplo, misterios, dulces, confites, incienso, tabaco, coca, q’oa, wayrurus y jazmines, entre otros.

“Actualmente se hace la q’oa para pedir, para que te dé buena suerte, pero en realidad es un acto de agradecimiento, de invitar a la tierra lo que uno va a comer”, señala Mojica.

LOS FESTEJOS

El Carnaval 2011 se extenderá hasta el 3 de abril con 18 actividades, según el programa de la Alcaldía Municipal de Cercado, que abarca 13 distritos y seis comunas.

Mesas rituales

El uso de mesas rituales de celebración para el martes de Carnaval es uno de los momentos más espirituales de este festejo.

La idea fundamental está en agradecer a la madre tierra por todo lo que nos dará durante el año. Actualmente también se hacen mesas rituales para pedir cosas y protección contra malos augurios.

Carnaval para niños

El domingo 6 de marzo, los niños de todos los sectores de la ciudad podrán participar del Corso Infantil, que se realizará en la avenida San Martín y la Ballivián.

Festejo en comunas

En los distritos de Cercado se realizarán actividades para celebrar el Carnaval.

Para el domingo 13 de marzo se tiene programada la entrada de comparsas en la avenida H. Asin de la comuna Valle Hermoso.

Ese domingo en las comunas Itocta y Tunari también se efectuarán las tradicionales carnestolendas.

El Carnaval de la juventud tendrá lugar en la avenida Víctor Ustariz el sábado 19 de marzo a partir del mediodía.

El domingo 20 de marzo se realizarán los takipayanakus en el retén del parque Tunari.

Durante esa jornada en la plaza de El Pueblito se realizará la feria de las tradiciones carnavaleras.

El Carnaval de la zona sud se realizará, luego del Corso de Corsos, el domingo 27 de marzo en la avenida Panamericana y 6 de Agosto.

Cacharpayas

El domingo 13 de marzo en la comuna Valle Hermoso se efectuará la primera cacharpaya en la avenida Suecia a partir de las 13:00. La segunda cacharpaya será el domingo 20 de marzo en la avenida Guayacán en la misma comuna.

La última cacharpaya, con la cual finalizarán las actividades del Carnaval, se efectuará el domingo 3 de abril en la avenida Siglo XX, comuna Alejo Calatayud.

Comidas tradicionales

El domingo 6 de marzo se efectuará la Feria de la Gastronomía Criolla en el parque Excombatientes.

Confites, el dulce infaltable del Carnaval


Hace más de 100 años que las familias de la calle Atacama o “Misk’i Pasaje” (pasaje del dulce) de Quillacollo comenzaron a elaborar los confites, esos caramelos recubiertos de azúcar y rellenos con fruta seca, sin que la tradición haya desaparecido a pesar de las tormentas del mercado, contó una de las dulceras, Mirtha Aguayo.

Este dulce andino que por estos días se vende a granel en las esquinas, el mercado y el pasaje, es uno de los ingredientes infaltables del Carnaval. Pero, antes de llegar a las ofrendas del Martes Ch’alla pasa por un proceso marcado por la paciencia.

Para hacer una arroba de confites hay que alistar el almíbar: Mezcla de agua y azúcar, que se echa de a poco sobre un perol con frutas secas, que se cocinan a unos 200 grados centígrados.

Después, hay que seguir meneando la batea sin pausa remojando las frutas deshidratadas constantemente con el almíbar. Para darle color a los dulces menudos se salpica pintura vegetal de preferencia de colores fuertes: Amarillo, rojo, verde y naranja.  El proceso culmina cuando se obtiene un caramelo redondeado y consistente. Recién entonces están listos para el consumo.

La gente los pide por puñados, libras, cuartillas y arrobas. Como el Martes de Ch’alla es el cumpleaños de la Pachamama, la demanda se intensifica. Son necesarios sobre todo los menudos para invocar la dulzura de la Madre Tierra. La costumbre es regarlos en las esquinas de la casa, empresa, negocio o trabajo, siguiendo la creencia de que en esos sitios se acumula la maldad y el dulce puede atenuar esta sombra. 

Los golosinas rellenas con frutas se reparten entre toda la familia, aunque los niños son los más beneficiados, después del almuerzo. Las elaboradoras le atribuyen a este gesto muchas interpretaciones, entre ellas, que así se expresa la ternura hacia la familia, la alegría que debe acompañarla en el año y los buenos augurios. Sin embargo, el consumo del confite ha traspasado el Carnaval y se lo utiliza en varias fechas o para saciar un antojo.

Las artesanas de Quillacollo distribuyen las golosinas a la ciudad y provincias del valle bajo. Como promedio cada familia elabora unos 50 quintales de confite para el Carnaval.

SECRETOS Y RECETAS

La receta del confite es uno de los secretos mejor guardados de las familias dedicadas a su elaboración. Se pueden distinguir tres cunas de esta golosina: Quillacollo, Punata y Cercado.

El confite de cilandro y el de semillas de anís son considerados los más clásicos. Recientemente, se elaboraron confites con uva y galleta, pero no tuvieron la misma aceptación que los que están rellenos con durazno, arveja, maní, nuez y coco.

La elaboración del confite comienza en diciembre y se prolonga hasta el miércoles de ceniza. Aunque la cúspide de sus ventas se da en vísperas del Martes de Ch’alla hay quienes adquieren la golosina desde días previos para bendecir sus casas, terrenos, trabajos y negocios.

En Quillacollo, las artesanas están organizadas en el Sindicato Mixto de Elaboradoras de Dulce y Confite 2 de noviembre. Hay familias como la de las hermanas Borda, que aprendieron la receta de sus abuelos y ahora mantienen la tradición.

Los confites del Misk’i pasaje tienen gran demanda en el valle bajo, la ciudad y las alturas de Quillacollo, donde los pobladores los llevan por arrobas.

El Carnaval y el tiempo de la cosecha

Cada año se cumplen los ciclos agrícolas que identifican a una determinada época en el tiempo, que usualmente se relacionan con antiguos rituales y ceremonias que provienen de los pueblos prehispánicos.

En las regiones las costumbres de los carnavales reflejan las diferentes tradiciones que son únicas con inigualables manifestaciones, la muestra de la pluriculturalidad del país. El Jallupacha o tiempo de lluvia trae a la vez un tiempo dedicado a la naturaleza y a la fertilidad; las primeras cosechas son motivo de celebración a la Pachamama o Madre Tierra, es el carnaval que se celebra con danzas, música y ofrendas, es el festejo principal por la buena producción y la esperanza.

Los antropólogos consideran que la música y la danza son un lenguaje que tiene un papel muy importante en el desarrollo y la conservación de las tradiciones de las culturas. A ellas se suman otras costumbres como las gastronómicas con una variedad de exquisiteces que se derrochan en cada uno de los pueblos de las regiones.

El Carnaval en el altiplano, las tierras bajas y los valles es principalmente la expresión del folklore. Tanta riqueza cultural que sólo es posible admirarla en esta época del año, mereció que la Unesco nombre al Carnaval de Oruro  Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

Las culturas originarias tienen formas muy particulares para celebrar la buena producción y las primeras cosechas en los carnavales que se produce en el Jallupacha o tiempo de lluvia, esa única relación entre el ser humano o el jaqi-warmi (hombre-mujer) y la naturaleza, que forman parte de una cosmovisión. En el altiplano, el andino concibe todo lo que le rodea como parte de una totalidad llena de vida y de complementariedad, fundamentalmente es el respeto y la convivencia en armonía con los animales, las plantas, la Pachamama y el resto del cosmos.

Bolivia: La ch’alla está arraigada en un 52% de la gente en el eje

La tradición de la ch’alla, en la que las serpentinas, confites y alcohol simbolizan el agradecimiento a la madre tierra por su generosidad, está plenamente arraigada en el occidente del país y, en general, en todo el país en un 52%, según refleja la encuesta de Página Siete.

Es en El Alto donde la costumbre se encuentra más enraizada, entre las cuatro ciudades más pobladas del país, con un 71%.

La Paz con 67% y Cochabamba con 62% muestran también la fuerza de este rito que, en los carnavales y en especial en el martes de ch’alla, se practica con inobjetable fervor.

Es interesante advertir que la ch’alla en Santa Cruz no tiene una influencia fuerte todavía y apenas un 27% sigue la tradición de agradecer a la madre tierra.

Sin embargo, también es necesario destacar que la población occidental que llegó al oriente, conforme pasan los años y comparte su cultura, también contagia la tradición de reciprocidad con la Pachamama, que se representa en el 27% señalado.

En contraste, en esta respuesta es contundente la preferencia por el no a la ch’alla, con un 73%, existiendo en las opciones una tercera posibilidad que era no responder.

Challar significa en idioma aimara “rociar” o “verter” en la tierra u otro bien material con serpentina, alcohol u otros elementos simbólicos a modo de retribuir y agradecer a la Pachamama, la madre tierra.

“Este ritual se comparte por igual en la ciudad como en el campo y destaca la relación entre el hombre y la tierra (la Pachamama). La ch’alla es un rito fundamental de reciprocidad, valor primordial del mundo andino”, según destaca Ostermann.

Según otras explicaciones, esta tradición es también parte de la creencia andina para recordar que cada cosa forma parte de la vida y que el ser humano debe mantener una relación fuerte con su entorno en plenitud.

El martes de ch’álla cierra el largo feriado
Como ya es una tradición en La Paz, el martes cierra el largo feriado con el ritual de la ch’alla, que consiste en un agradecimiento a la Pachamama, a la madre tierra. Es una señal de reciprocidad que la cultura andina ha enraizado entre los habitantes de la mayor parte de las ciudades del occidente del país.

El estallido de los cohetes temprano por la mañana, encendidos para ahuyentar los males, caracteriza el despertar del martes de ch’alla, donde la gente por su cuenta hace su agradecimiento a la tierra por los bienes materiales, aunque también hay quienes contratan kallawayas para challar sus negocios, locales comerciales y casas particulares.

La “mesa” forma también parte de la tradición y en su preparación se emplean dulces, lanas e incienso, con los 12 misterios, en medio de hojas de coca.

sábado, 5 de marzo de 2011