domingo, 10 de abril de 2011

Las reinas, eje y motor del carnaval cruceño

Alejandra Boschetti

El carnaval de Santa Cruz de la Sierra es conocido como “la fiesta grande de los cruceños.” Posee, en su estructura y vestimenta, características que lo diferencian de los realizados en el Altiplano y sobre todo del mundialmente conocido Carnaval de Oruro. A diferencia de los otros, el carnaval cruceño gira alrededor de las reinas.

Es una fiesta paradigmática, de carácter ciudadano y de estructura clasista ya que, reproduciendo las divisiones de clase existentes, cada estamento social participa de la misma de distinta manera y en escenarios separados pudiéndose distinguir dos eventos principales: El Corso Principal o “Corso del Centro” y el “Corso de los Barrios” o ciudadelas. Estos a su vez son organizados también por dos instituciones diferentes: la Asociación Cruceña de Comparsas Carnavaleras (ACCC) y la Federación de Comparsas Carnavaleras de las Ciudadelas (FECCI).

La primera agrupa a las comparsas carnavaleras que representan, al igual que las fraternidades, a la clase media alta y alta de la sociedad cruceña. Es la responsable, junto con el Consejo Municipal, de la organización de las fiestas precarnavaleras (las “precas”), la coronación de la reina del carnaval y el corso de la ciudad. La FECCI a su vez, agrupa a las comparsas carnavaleras de los sectores más pobres de las llamadas “ciudadelas” (Villa Primero de Mayo, Plan Tres Mil y Pampa de la Isla) y está encargada de la organización de la fiesta del carnaval de los barrios, su corso y la coronación de su reina.

Las comparsas, al igual que las fraternidades, definen socialmente a sus integrantes ya que su pertenencia a una u otra brinda información sobre la edad aproximada del individuo, su situación económica, sus amistades, la relación que éste tiene con la estructura de poder o quiénes lo detentan. Cada una de las comparsas tiene su reina, pero sólo una es elegida cada año como la Reina del Carnaval. La “comparsa coronadora” tiene a su cargo la organización de todos los festejos relacionados con la fiesta: “precarnavaleras”, coronación de la reina y corso.

A la coronación de la Reina del Carnaval, hecha por el Alcalde Municipal, asisten también la Reina Infantil (elección organizada por las Damas del Rotary Club Santa Cruz), la Reina de Antaño (elección organizada por las damas del Círculo de la Amistad) y todas las demás reinas de comparsa con los trajes que lucirán en el corso. Previo a la coronación se presenta un espectáculo cuya temática rescata elementos de la cultura y la idiosincrasia cruceña.

El carnaval refleja también las relaciones de género existentes en la sociedad cruceña. Con excepción de siete , el resto de las 161 comparsas de la ACCC, son integradas sólo por hombres porque según Gandarilla Guardia “El elemento masculino, aunque siempre inspirado en la mujer, en nuestra sociedad es indiscutiblemente el poseedor del poder político, económico y social; por lo tanto es quien se encarga de la organización de tan trascendente manifestación cultural".

Las esposas de los miembros de la comparsa coronadora acompañan a la Reina del Carnaval en todos los eventos, sobre todo en las fiestas donde sólo asisten mujeres (por ejemplo la Fiesta de Sombreros organizada por la agrupación femenina Sálvame con fines solidarios) organizando a su vez el “Café típico de las Reinas” cuyo propósito es reunir a las soberanas de todas las comparsas con la reina del Carnaval y promover las tradiciones cruceñas a través de la vestimenta (todas las reinas asisten vestidas de “tipoi”) y los horneados típicos.

Al decir de los mismos cruceños, el Carnaval, es un instrumento en la defensa de su identidad y valores. Es un espacio utilizado para fortalecer las costumbres y tradiciones cruceñas.

El “Corso del Centro” es el evento más importante del carnaval. Se realiza dentro del radio céntrico de la ciudad y su evolución a través de los años es reflejo de los diferentes momentos de la historia de Santa Cruz. A partir de la década del 90 se intenta imprimirle un carácter regional, rescatando símbolos y costumbres locales. En el 2004 por ejemplo, tanto el traje de la reina, Olivia I (“leyendas de la noche”) y su carroza (“el carretón de la otra vida”) como los de las demás reinas hicieron alusión a elementos culturales cruceños. La carroza más destacada ese año fue “El tren del carnaval”, un enorme y luminoso tren en alusión a Santa Cruz como la ciudad que tiene a su cargo poner en movimiento la economía boliviana en tanto la región es considerada como la “locomotora económica” de Bolivia.

El corso del año 2007 en tanto fue, al decir de los medios, el más “cívico” por la cantidad de carros alusivos al pedido de autonomía cruceña. Junto con carros con motivos chiquitanos, pudieron verse otros con la leyenda “Sí o sí” haciendo alusión a la autonomía y símbolos tales como el escudo cruceño, el Cristo, la bandera cruceña, etc. Los premios otorgados por el jurado, refuerzan esta tendencia: el premio 2007 a la “alegoría regional” (el premio más importante, Bs 5000) fue para la comparsa “Haraganes” por su carro “Mojón de la autonomía”, mientras el premio a la “Reina regional” (de Bs 4.000, mil más que el premio a la reina universal), fue otorgado a la reina “Soberana autonómica” de la comparsa los “Taitaos Jrs.” La misma, con un traje verde y blanco presidía un carro alegórico que rendía tributo al cabildo del millón. Dicha comparsa fue también seleccionada como “comparsa coronadora” 2008.

Los diferentes corsos barriales, realizados en los barrios periféricos conocidos como “ciudadelas” fueron agrupados en el 2004 en el “Corso de los Barrios” y tuvieron también como tema central el rescate de las costumbres cruceñas. Las comparsas desfilan en carros alegóricos tirados por bueyes y caballos y con grandes ruedas de madera como los utilizados a mediados del siglo XX. Al igual que el Corso del Centro, un jurado, integrado por personajes de la cultura y la política cruceña, premia los mejores carros y trajes. Las tradiciones del Oriente son exaltadas también mediante el ritmo de taquiraris, brincaos, carnavales y chobenas tocados por las “tradicionales” tamboritas y la venta de horneados y bebidas típicas. El énfasis puesto en el rescate de las tradiciones cruceñas y la premiación de los jueces adquiere otro significado si tenemos en cuenta que la gran mayoría de la población de estos barrios es de migrantes venidos desde el Altiplano. 

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