El carnaval en La Paz tiene un trayecto maratónico. El viernes se ch’allan oficinas y algunos negocios, el sábado de carnaval es el corso infantil, el domingo es la entrada oficial de pepinos y disfraces, el lunes se baila en el Jisk’a Anata, el martes se realiza la ch’alla y el siguiente domingo es la entrada de Ch’utas. Un cronograma agotador por dónde se vea.
Los investigadores Víctor Hugo Ricaldi y Yolanda Borrega estudiaron precisamente una de las manifestaciones públicas del carnaval. En su estudio titulado Configuraciones lúdicas y turísticas en torno al Jisk’a Anata plantean que éste es una mera creación institucional del gobierno municipal, específicamente de la gestión de Julio Mantilla, a principios de la década de los 90.
El Anata, la celebración de la que toma la figura, es rural, se realiza en el ámbito campesino, con el agradecimiento a la Pachamama por la producción obtenida. Las comunidades ejecutan prácticas rituales como la ch’alla de los cultivos y la t’icanchada (rociar flores y confites), combinada con la fiesta para agradecer a la tierra por sus frutos. En zonas de Potosí florecen los cultivos de papa y la gente saca el mak’unku (fruto exterior) para lanzarlo mutuamente con el propósito de que revienten, lo que significa que habrá una buena cosecha de tubérculos.
El Jisk’a Anata (pequeño Anata), en cambio, está despojado de esa ritualidad y se realiza sólo en la ciudad, un tanto apoyado en la presencia de asentamientos de origen campesino en zonas urbano populares.
El sociólogo Ricaldi explica que el Jisk’a Anata comienza en 1992, como parte de todo un proyecto que en ese momento respondía incluso a la creación del partido Condepa. Una ordenanza municipal declara al Jisk’a Anata como parte de las tradiciones paceñas y del carnaval paceño, sin un compromiso colectivo o social que le diera sustento. El lunes fue fijado además para no coincidir con la entrada en Oruro que sucede el sábado.
La ordenanza municipal determina que la entrada de bailarines el lunes de carnaval se realice en varias zonas de la ciudad simultáneamente, aunque esto nunca se concretó. Ricaldi dice que esta convocatoria no ha tenido éxito porque el lunes es día de agotamiento festivo y preparación para el día central: el martes de ch’alla.
En los tres primeros años de institucionalización del Jis’ka Anata participaron conjuntos folklóricos llegados desde las comunidades y provincias, los que realizaron rituales de agradecimiento a la Pachamama. En los últimos años, sin embargo, esa presencia se ha reducido a cero.
En su lugar comenzaron a participar fraternidades y asociaciones culturales, así como conjuntos de la universidad. La ritualidad ha quedado en casi nada y, en su lugar se desarrolla una especie de entrada común.
Ricaldi dice que el Jisk’a Anata se ha mantenido por más de 15 años, a pesar de todo, por gestiones del municipio de La Paz. La población, sin embargo, tiene a esta fiesta como otra más dentro del amplio cronograma de actividades del carnaval.
El investigador y sociólogo Víctor Hugo Ricaldi puede ser contactado al correo fhceturismo@hotmail.com
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