La fiesta mayor de los Andes tuvo tres públicos distintos y diferenciados en todo su recorrido, los cuales se los puede identificar en ciertas calles.
“Hay tres tipos de público: uno que es de las zonas populares como la Buenos Aires y Chijini, en este lugar hay mayor consumo de alcohol pues hay gente que viene del área rural y el consumo está asociado al rito”, explicó David Mendoza, sociólogo e investigador.
Además, señaló que desde la calle Illampu hasta el Palco (que estaba en el Obelisco) se ubica otro tipo de público, que se lo podría identificar como de clase media, que “no consume tanta bebida alcohólica”. Desde el palco hacia la desconcentración se concentra gente que viene desde la zona Sur de la ciudad a observar la entrada.
Respecto al consumo de bebidas alcohólicas, este año a diferencia de otros, hubo menos consumo.
“Yo estuve en el Palco y ahí siempre hay mucho mayor control, por ejemplo vi que a los danzarines que estaban con copas de más no se lo dejaba entrar, me parece que hubo un mayor control sobre el consumo de bebidas, pues eso es lo que provoca violencia”, dijo Fernando Cajias, historiador y conocedor de la fiesta. Cajías bailó varias veces como llamero en la entrada del Gran Poder.
“He visto que este año los bailarines han entrado más sobrios, esto se debe a que se estaba promocionando las danzas como patrimonio, hubo un fuerte control de la Asociación de Conjuntos Folklóricos”, comentó Mendoza.
A decir de los investigadores, esta año hubo menos espacios entre las diferentes comparsas.
Otro elemento que destacaron fue la concienciación acerca de la ecología, pues las morenadas, que son las más numerosas, llevaban en sus trajes plumas sintéticas; algo parecido ocurrió con los tobas que utilizaban partes de animales en sus vestimentas.
“Hubo una defensa del medio ambiente que se notó en los trajes que llevaban los bailarines”, coincidió Cajias.
Por su parte, Mendoza dijo que “no vi animales disecados, lo que he visto son peluches, eso demuestra que hay una conciencia desarrollada al nivel de los bailarines sobre el medio ambiente”.
Una de las fraternidades más numerosas de la entrada fue la morenada Los Intocables, con 1.700 integrantes.
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