domingo, 19 de febrero de 2017

Carnaval, válvula de escape

“Definitivamente lo único que toman enserio los tarijeños son los carnavales”, dijo un colega francés cuando comentaba sobre el inicio del Carnaval en nuestro país.

Sea cierto o no, en esta época, que recién comienza, muchos olvidarán los problemas estructurales de una economía debilitada, de un mal servicio médico, de la creciente ola delincuencial. De la falta de dinero para ir hacer las compras al mercado, se olvidarán incluso de los terribles asesinatos que se cometieron en estos últimos meses.

Son tantos los problemas que ahora más que nunca, el Carnaval se convertirá en una especie de válvula de escape y unirá una vez más a disidentes, a enemigos y a todos los estratos sociales.

La crisis económica que paralizó varios proyectos, la fuerte sequía, la escasez de medicamentos y de equipos médicos en los hospitales provinciales, el elevado número de feminicidios, la disputa sobre Tariquía y su exploración, están entre los principales problemas que aquejan al departamento.

Mientras en el centro de Bolivia la gente intentará olvidar la suba de precios, la terrible plaga de langostas, el conflicto de la Caja Nacional de Salud, la tensión bilateral con Argentina, la escasez de agua, la falta de empleo, las denuncias de corrupción, la pulseta que recién comienza sobre la Ley de la coca, las marchas en favor y en contra de la reelección del presidente Evo Morales, en fin muchos problemas más.

Y en medio de todo este Carnaval en tiempos de crisis, desde el Comando de la Policía nacional se anunció que más de 10.000 policías custodiarán las principales carreteras y avenidas del país, además de plazas y principales centros de atracción turística.

Ellos tendrán en sus manos la labor de salvaguardar la seguridad de miles de bolivianos que, pese al duro panorama, se olvidarán por unos días de los diversos problemas que afligen seriamente al país y saturarán las terminales de transporte terrestre y aéreo para visitar los más interesantes festejos.

“El Carnaval es para olvidar las penas y echarse a la calle a reír y a disfrutar”, dijo un compadre el pasado jueves en cuanto terminó de tocar el erque. Pero ¿cómo encaja una fiesta que tiene como centro el exceso con un momento en que todo parece colgar de un hilo?

Es un hecho histórico que todas las sociedades necesitan divertirse para liberar presión, también cuando el panorama es más descorazonador. Sobre todo en estos casos, como demuestra la vida cotidiana durante una guerra o una catástrofe natural.

Los mecanismos de la psicología individual y colectiva crean el contrapeso necesario frente a la adversidad, a fin de que el ser humano pueda soportar sin enloquecer un periodo en el que las dificultades lo dominan todo.

Entonces, ¿tal y como están las cosas, quién tiene ganas de disfrazarse y salir a la calle a bailar y a reírse hasta de su sombra? En teoría, como decíamos antes, cuando las cosas van mal, toca distraerse más que nunca, pero eso no es tan fácil.

Los problemas estarán presentes aunque a modo de burla en los diferentes acontecimientos.  En fin, no podemos olvidar algo obvio: el Carnaval es, además del planeta de las máscaras, el reino de la sátira que tiene como objetivo, sobre todo, poner en evidencia a los poderosos y reírse de los problemas que aquejan a las sociedades. Entonces ahí estarán nuestros problemas pero envueltos en una ola de burla.

Sin embargo, una cosa que debemos evitar es que este Carnaval en tiempos de crisis -esta válvula de escape- nos haga olvidar quiénes somos.

El pasado año los cuatro días de Carnaval dejaron un saldo de 52 fallecidos, 41% menos que en 2015, año en el que murieron 88. Además se registraron 332 hechos de tránsito, 237 de violencia doméstica y 32 robos de vehículos.

Estamos hablando de homicidios, asesinatos, suicidios, muertes naturales, feminicidios y personas fallecidas en hechos de tránsito… Pero ya conscientes del cuidado que se debe tener, ahora tómense un respiro: llega el Carnaval.

Aparquemos la crisis, las miserias, la tristeza, las preocupaciones, y saquemos a paseo la sonrisa y el buen ánimo.

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