lunes, 23 de enero de 2012

Libertinaje de expresión, de la Alasita su lado amable


Normalmente, cierta especie política se queja constantemente de las alusiones irónicas que suelen hacerle algunos diarios, periodistas o caricaturistas. A tanto carisma reprimido, teniendo una “anatomía normal”, es bueno sacudirse los 38 músculos de la región ocular, de la región nasal y de la región oral de la cara para siquiera relucir un concreto humor (para mi hija, uno de los cinco sentidos).

Estos días de Ekeko (el Chato Prada es especie de otra festividad) y Alasitas hay amnistía para esas expresiones de libertinaje verbal, especialmente contra aquellos hombres y mujeres del poder que suelen marcar diferencia respecto de sus congéneres.

Así, fue una gilada que la diputada Adriana Gil se haya propuesto hace algunos meses hacer un control antidoping a sus colegas. Si bien la idea pescó en curva al oficialismo, ésta (la idea) fue parada en seco, como le ocurrió a Félix Patzi, que no pudo ser gobernador porque los frenos de su 4x4 le fallaron más que por desperfectos mecánicos, por ausencia de coordinación motriz y mental a causa del grado alcohólico que llevaba en las venas, como la misma raza de bronce de su biotipo.

A quien le falló algo parecido     —dicen las malas lenguas, por el frenillo de la boca que se le suelta cada vez que se enfurece— fue al alcalde Percy Fernández, que rebuznó más de una burrada ante un colega. Sufrió lo mismo su paisano gobernador, Rubén Costas, quien a costa también de su boca se ganó un juicio (sindicó de narcotráfico a Álvaro García Linera) por el que pierde el juicio —como la muela del juicio en su última visita al dentista— cada vez que le recuerdan el asunto.

Quien no recuerda el asunto es Fidel Surco, y que sí chocó o no su carro —de acuerdo con las pericias policiales que nunca se hicieron— fue también a la pérdida de juicio durante sus largos fines de semana de preste. Pero quien se pasa largos fines de semana en expedientes X es la diputada Norma Piérola; sólo que no le achunta con sus fuentes, que, al parecer, le dan pistas equivocadas adrede para hacerla ver como la hija de palo de Gepetto.

Pero a quien las mujeres quieren darle palo y huasca es a Evo Morales, cuyas evadas clásicas son sus alusiones a las mujeres. Que se compre una gallinita, quizás le  cambie el verbo después de Alasita.

Por Rubén Darío Atahuichi

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