Allá lejos, durante la década de los años 60, un inquieto personaje de sangre alemana recorría Bolivia retratando imágenes de las ciudades y el campo. Casi sin proponérselo, él dejó un registro histórico sobre cómo vivía el país durante esa época posterior a la Revolución del 9 de Abril de 1952.
A pesar de su aspecto físico, ojos claros, estatura más arriba del promedio boliviano y el color de su piel, Georg Stege ya llevaba varios años viviendo en el país. Su nombre se convirtió en el coloquial Jorge y él era más boliviano que chileno o alemán, aunque a ojos vista parecía lo contrario.
La familia de Georg creó la empresa de embutidos Stege, aquella que en la actualidad sigue de pie y que se ha convertido en un referente gastronómico con el sello nacional.
Lejos de los chorizos, las salchichas y los embutidos, Stege tenía una pasión por las imágenes. Esa pasión no tenía como combustible el asombro, sino que registraba sus imágenes desde la cotidianidad. “Sus fotografías no son las de un extranjero maravillado en Bolivia, son las fotos de un boliviano más”, comenta Cristina Machicado Murillo, historiadora y responsable de la Fundación Flavio Machicado Viscarra.
Las imágenes
La cámara de Stege retrató más de un centenar de fotografías de la fiesta en honor a la Virgen del Socavón. En éstas, la Diablada es la que más está presente y los seres del infierno que bailan en las calles de la capital folklórica del país tienen una apariencia grotesca, con unos colmillos curveados largos.
Por entonces el piso era de tierra y la gente que se observa en las imágenes es mayormente del lugar y no se aprecia a turistas gringos entre el público.
La pelea entre el bien y el mal está simbolizada en las postales de Stege. Las caretas del Diablo, la China Supay son un atractivo para la vista; igual que los trajes artesanales de tela de los ángeles y cóndores. Hay bailarines que en la faja lucen cinturones metálicos o con monedas.
La platería de la época es también llamativa. En las fotos se aprecian carros cubiertos con aguayos, monedas y objetos de plata. Igual, hay personas que llevan burros cubiertos con algunas prendas de plata. Lo que no hay en ninguna de las imágenes es el juego con agua.
Todo aquello fue retratado en una cámara que no tenía las virtudes de las máquinas de ahora, las cuales tienen un enfoque automático y para ajustar la luminosidad sólo se necesita hacer click. Antes todo aquello era un arte que requería esfuerzo y conocimiento.
Vida de fotógrafo
Georg nació en Chile en 1917. Su papá, también de nombre Georg Stege, y su mamá Christine Bischoff fundaron Stege en la ciudad de La Paz en 1910.
Desde chico estaba interesado en el arte, aunque este oficio no era del agrado de su familia. Pero él seguía con su pasión, en cierta ocasión uno de sus retratos fue confundido con una fotografía.
Debido a sus raíces alemanas, tuvo la desventura de ser parte de la Segunda Guerra Mundial y a pocos días de que culmine aquel conflicto bélico cayó prisionero.
Al salir de la cárcel estudió arte y se enamoró de la fotografía. Allá por 1948 volvió a Bolivia y asumió las riendas de la empresa Stege... aunque en realidad estaba más enamorado de la imagen estática que de los negocios. Además, le gustaba viajar y conocer.
Paseó por Bolivia sacando una gran cantidad de imágenes, de personas, objetos, paisajes, plantas, flores, animales y situaciones diarias, como bailes indígenas, mercados y fiestas. Anduvo por con su cámara fotográfica por la ciudad de La Paz y sus alrededores, el lago Titicaca, Tiwanaku, Yungas, Altiplano, cerros de los Andes. Viajó a diferentes regiones de Bolivia registrando su paso por Beni, Potosí, Chuquisaca, Cochabamba y Santa Cruz. También se fue al extranjero y tomó postales de Alemania, Suiza, Austria, Perú (región de Arequipa y Mollendo) y Brasil (Iguaçu).
Sus exposiciones Soledad, Regreso del carretón, y Muela del Diablo se presentaron en los salones más importantes del país.
El 12 de abril de 2000 Jorge murió y con él parecía que su pasión quedó enterrada.
El renacer de la imagen
En 2017 fue donado el Archivo Fotográfico de Stege a la Fundación Flavio Machicado Viscarra. Se trata de casi 6.000 imágenes en blanco y negro que fueron capturadas por el fotógrafo chileno de sangre alemana y nacionalizado boliviano.
En su afán de resguardar y codificar las imágenes, desde 2022 la fundación (FMV) trabaja con el apoyo del Centro Cultural de España (Ccelp) y el Goethe-Institut de La Paz para conservar y promover el acceso del archivo. Ya se logró inventariar y digitalizar las fotografías.
Pero no se trata sólo de almacenar estas fotografías históricas, la apuesta de este año es el montaje de una exposición junto con dos curadores fotógrafos extranjeros: Andreas Rost y Claudi Carreras.
Se prevé que en octubre se realice una exposición de las imágenes de Stege.
Entre las fotos de la muestra se encuentran las fotos del Carnaval de Oruro, aquel que lucía adornado de platería y que se bailaba sobre el piso de tierra... en la década del 60.