Ante todo y con paciencia de mártir a punto de ser odiado por actos de corrupción en su dependencia, hay que comer uvas. Doce uvas. Una por cada tropezón del año.
Por cada tropezón importante, pero, porque pudieron ser más de 12 o menos de 12. Si fueron menos, se debe apresurar el tropezón hasta completar los 12. Antes de las 12.
A ver, si se diera el caso de que una familia de cinco miembros, exceptuando al abuelito, a quien ya le hace mal todo, cada miembro, de más de 14 años y de menos de 96, podría comer cada uno 12 uvas, lo que nos daría como resultado 48 uvas.
Teniendo en cuenta los datos del INE que toma en cuenta el costo de una Pentium 7 para calcular la canasta familiar, la uva no ha subido desde 1825, año en el que se decidió, por alguna extraña razón, hacer de este imposible paisaje, un paisaje unitario y así fue.
El caso es que si consideramos que el costo de la libra de uva es de Bs... digamos 20 y una uva pesa más o menos 12 gramos, la verdad es que en una libra se harán 37,5 uvas. Esto quiere decir que la familia necesitará diez uvas y media más que una libra, vale decir, comer 12 uvas para la buena suerte, equivale a un gasto de 25,33 bolivianos.
El color del calzón para damas oscila entre el rojo y el amarillo pero no los precios. Los precios oscilan entre Bs 5 y más de 50. Según el material, según el encaje, según la procedencia del contrabando. Según el lugar donde se vende. Según el lugar en el que sea la fiesta. Según el lugar en el que el calzón caiga en manos equivocadas, según el lugar en el que el calzón simplemente caiga.
De acuerdo a investigaciones científicas y de acuerdo al Feng Shui, el rojo se asocia más con la reputación y la fama, o sea que quien de calzón rojo viste se juega la reputación o se hará de fama de tanto estar en cama. Ahora, claro está, no todo el mundo tiene que saber qué color de prenda íntima lleva la gente. No es de andar preguntando por ahí. “¿Hey, qué color de calzón llevas puesto?”.
El amarillo, por otra parte, tiene que ver con la tierra, dicen. La cosa es que por aquí se lo asocia con la plata. La plata, que no la plata misma si no los billetes a los que se les dice plata, son de otros colores, no amarillos. El cien es rojo, el dólar verde, el yen quién sabe, el de 200 pálido naranja y el de diez, azul.
Para estos fines, quizás sea mejor diseñar un calzón más parecido a la bandera gay o a la wiphala, para tener una efectiva relación con la plata en los sitios íntimos. Pero también hay la opción de conseguir una cosa con la otra. Con plata se puede conseguir una reputación respetable, de cualquier índole. Aunque con fama se puede tener, también, plata.
El calzón, llegado el momento, sobra. El color queda siendo lo de menos y el apuro, lo de más.
Hay que subir gradas con maleta. Una maleta mediana cuesta más o menos 100 bolivianos o más. Mejor prestarse maleta.
Lo que no se dice, lo que la tradición no especifica, es el número de gradas a subir. Quizás tenga que ver con cuán lejos quiera uno llegar. De por ahí si se sube todas las gradas que van a parar a Vino Tinto, cargando una maleta a medianoche con el riesgo de no llegar nunca al final a no ser con un cuchillo en la espalda. Pero si se logra tal cometido, la recompensa puede ser un viaje, más que largo, lejos. A la China, digamos, o las estepas de la ex Unión Soviética.
Si se diera el caso de una persona con flojera crónica que suba, con suerte, dos gradas, viajará a Río Abajo, a Mecapaca, a traer tuna para los males del alma.
Lo aconsejable, se dice, es subir entre diez a 12 gradas. Será por los meses. Ahora, ¿qué pasará con alguien que habita los llanos orientales en una casa techada con jatata, de una planta, con 38 grados en la sombra y 28 en la noche?
No viajará nunca. A no ser que en lugar de gradas suba grados, ahí sí. Viajará como si tuviera fiebre, la mejor fiebre de la región. 38 o más. Bien lejos irá por medio de la selva, digno y viajante, por medio de la selva digna y valiente.
Por cada tropezón importante, pero, porque pudieron ser más de 12 o menos de 12. Si fueron menos, se debe apresurar el tropezón hasta completar los 12. Antes de las 12.
A ver, si se diera el caso de que una familia de cinco miembros, exceptuando al abuelito, a quien ya le hace mal todo, cada miembro, de más de 14 años y de menos de 96, podría comer cada uno 12 uvas, lo que nos daría como resultado 48 uvas.
Teniendo en cuenta los datos del INE que toma en cuenta el costo de una Pentium 7 para calcular la canasta familiar, la uva no ha subido desde 1825, año en el que se decidió, por alguna extraña razón, hacer de este imposible paisaje, un paisaje unitario y así fue.
El caso es que si consideramos que el costo de la libra de uva es de Bs... digamos 20 y una uva pesa más o menos 12 gramos, la verdad es que en una libra se harán 37,5 uvas. Esto quiere decir que la familia necesitará diez uvas y media más que una libra, vale decir, comer 12 uvas para la buena suerte, equivale a un gasto de 25,33 bolivianos.
El color del calzón para damas oscila entre el rojo y el amarillo pero no los precios. Los precios oscilan entre Bs 5 y más de 50. Según el material, según el encaje, según la procedencia del contrabando. Según el lugar donde se vende. Según el lugar en el que sea la fiesta. Según el lugar en el que el calzón caiga en manos equivocadas, según el lugar en el que el calzón simplemente caiga.
De acuerdo a investigaciones científicas y de acuerdo al Feng Shui, el rojo se asocia más con la reputación y la fama, o sea que quien de calzón rojo viste se juega la reputación o se hará de fama de tanto estar en cama. Ahora, claro está, no todo el mundo tiene que saber qué color de prenda íntima lleva la gente. No es de andar preguntando por ahí. “¿Hey, qué color de calzón llevas puesto?”.
El amarillo, por otra parte, tiene que ver con la tierra, dicen. La cosa es que por aquí se lo asocia con la plata. La plata, que no la plata misma si no los billetes a los que se les dice plata, son de otros colores, no amarillos. El cien es rojo, el dólar verde, el yen quién sabe, el de 200 pálido naranja y el de diez, azul.
Para estos fines, quizás sea mejor diseñar un calzón más parecido a la bandera gay o a la wiphala, para tener una efectiva relación con la plata en los sitios íntimos. Pero también hay la opción de conseguir una cosa con la otra. Con plata se puede conseguir una reputación respetable, de cualquier índole. Aunque con fama se puede tener, también, plata.
El calzón, llegado el momento, sobra. El color queda siendo lo de menos y el apuro, lo de más.
Hay que subir gradas con maleta. Una maleta mediana cuesta más o menos 100 bolivianos o más. Mejor prestarse maleta.
Lo que no se dice, lo que la tradición no especifica, es el número de gradas a subir. Quizás tenga que ver con cuán lejos quiera uno llegar. De por ahí si se sube todas las gradas que van a parar a Vino Tinto, cargando una maleta a medianoche con el riesgo de no llegar nunca al final a no ser con un cuchillo en la espalda. Pero si se logra tal cometido, la recompensa puede ser un viaje, más que largo, lejos. A la China, digamos, o las estepas de la ex Unión Soviética.
Si se diera el caso de una persona con flojera crónica que suba, con suerte, dos gradas, viajará a Río Abajo, a Mecapaca, a traer tuna para los males del alma.
Lo aconsejable, se dice, es subir entre diez a 12 gradas. Será por los meses. Ahora, ¿qué pasará con alguien que habita los llanos orientales en una casa techada con jatata, de una planta, con 38 grados en la sombra y 28 en la noche?
No viajará nunca. A no ser que en lugar de gradas suba grados, ahí sí. Viajará como si tuviera fiebre, la mejor fiebre de la región. 38 o más. Bien lejos irá por medio de la selva, digno y viajante, por medio de la selva digna y valiente.
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